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La brisa fría les acaricia los hombros, la noche las alcanzó pero ninguna quiso alejarse del lugar.
Sus manos estaban entrelazadas, al día siguiente la chica de Kanto debía volver a su hogar, a pesar de las cartas y llamadas, nada era lo mismo que verse frente a frente y pasar el día entero en las playas de Alola nadando juntas, mirando pokémon, luchando con algunos salvajes de la zona, buceando, o simplemente mirándose.
—Mañana iré a despedirte.
—Junto a el resto ¿no?
Lana asiente, Misty la mira.
—Quiero hacer algo —le dice Misty, Lana se sobresalta y corresponde la mirada.
—Adelante.
Misty ejerce presión sobre la mano de la otra chica, ella cierra los ojos, poco a poco siente la presencia de la líder de gimnasio acercándose con cuidado, y a la luz de la luna que se reflejaba sobre el lago donde descansaban Lana es besada con cariño y timidez. Dura un minuto, así, delicado y suave.
Cuando ella abre los ojos se encuentra con los ojos acuamarinos de la otra, al igual que los lagos más hermosos de Alola, todo concentrados en su mirada. Traga saliva y vuelve a respirar, Misty continua mirando su rostro y perdiéndose en su mirada azul marino, igual que los furiosos y salvajes mares de Kanto que tanto ama recorrer.
—Yo... —Misty hace una pausa, siente sus labios hormiguear —necesitaba hacer eso.
—Esta bien.
—Lana.
—¿Sí?
—Algún día debes ir a Kanto, sólo tú.
—Claro.
Con eso dicho, ambas chicas se separan, aun tomadas de las manos, en silencio, viendo sus reflejos en el lago a la luz de la luna en un cielo estrellado en Alola.
